Se puede afirmar que el espectáculo de la corrida de toros, es una ecuación matemática que durante su transcurso, ganaderos, toreros, apoderados, aficionados, presidentes, veterinarios y todos los que queramos nombrar, han de descubrir el resultado exacto de sus incognitas. Por suerte, la fiesta no es una ciencia exacta, por eso sin duda, el primero en mostrar a todos la ecuación, y el que debe despejar la primera incógnita, ha de ser el ganadero a través de la selección, sus conocimientos y el toro que desea, aunque este último matiz sobre el toro que queremos, también se conjugue con el gusto de las diferentes aficiones, y con las exigencias de la plaza.
Son numerosos los problemas que deben crearse a la hora de criar toros ( me imagino ), sobre todo en cuanto a la problemática del tamaño del toro que quiere uno o quiere la empresa, y más, cuando el mismo Victoriano del Río ha conseguido hacer un toro hondo, con kg, y que soporte 25 muletazos por bajo como los que soportó el lidiado el año pasado en la despedida de Esplá en Madrid, cuando el astado tenía sus 640 kg si no me equivoco. Si embargo, otros como el señor Álvaro Núñez ( ganadero de Núñez del Cuvillo ), disfrutan con el toro más bajo, corto y fuerte, que tenga más agilidad. Lo que si está claro que los mastodontes para mi gusto sobran. Yo, soy partidario de un toro ni bajo ni muy alto de agujas, bien rematado y que a la hora de galopar en dirección al burladero haga ver su musculatura, su zancada con brío, y que muestre síntomas de galope cómodo llegando a las telas sin asfixia, y sobre todo, que le permita rebozar el hocico por el suelo a la hora de embestir. 540, 560 kg es mi peso idoneo, y si le sumamos la casta, no nos acordaremos, de algunos caballos que aparecen por Pamplona, Madrid o Bilbao, aunque es de decir, que con el tiempo se ha ido mejorando y evolucionando en este aspecto a medida que todos los aficionados nos hemos percatado de ello. Además, para mí gusto, la agilidad es una característica y virtud para que el muletazo luzca de una manera más vistosa, observando al toro que toma el engaño con facilidad a la hora de los movimientos, mejor para mí gusto, que los galopes más bastos y bruscos de ciertos animales con 650 kg.
Pero vayamos a otro de los problemas, la fuerza. LA calidad del pienso debe resultar de suma importancia, al igual que la buena alimentación de un deportista. No olvidemos que el toro es un atleta, y que durante la lidia se le impone pegar debajo del peto de un caballo, más la fuerza que ha de sacar para perseguir los engaños por abajo emujando con su musulatura hacia delante. Por eso, un parámetro importante, es que el animal esté musculado con 530 kg, y no con 550 y barrigón, porque demostrado está, que el barrigón, en los tres primeros capotazos ya echa la manos por delante y en el caballo dobla las manos al salir ( es dificil que el animal soporte los castigos cuando se le salen las carnes ). Otra fuente importante de la fuerza, es aquella que el animal manda aunque no pueda muscularmente, la saque a nivel neuromotor, o mejor dicho, por el número de unidades motoras que el animal pueda mandar como estímulo del cerebro a su musculatura para poder acometer. Pienso yo, para hablar en un argot más taurino, que esta fuerza va en correlación positiva con la casta, es decir, si el animal le sobran kg, pero tiene casta e ímpetu de embestir, se va a caer menos. Prueba de ello podemos nombrar al toro de La quinta lidiado por el Juli en la corrida de la Prensa, el cual si no hubiera sido por esa casta, el animal en el muletazo 13 se habría venido abajo, y fijense, que soportó 5 tandas. TAmbién, en mi memoria queda un astado lidiado en Ciudad Rodrigo por Sergio Aguilar, el cual era barrigón, pero ese impetu le hizo sacar fuerzas donde no existían. Eso sí, pero sin llegar al extremo de decir, que el toro que tiene casta no se cae, porque con lo anteriormente explicado, no es totalmente cierto.
Alfonso Navalón en una entrevista a Onda Cero, nombraba que se habían hecho barbaridades en cuanto al tipo del animal, por las exigencias del momento. El toro debe tener casta, temperamento, agresividad, dar sensación de peligro y emoción, porque los kg, son para el carnicero, y yo, estoy totalmente de acuerdo. Llevo tiempo acudiendo a encierros y capeas, donde en algún pueblo aparece el llamado "pepo". Muy bonito, con seriedad, ofreciendo verdad, pero sin sensación de peligro, con dificultades para emplearse, con poca agilidad y capacidad de humillación. Otros sin embargo, con 100 kg menos, ofrecen esa sensación que la propia fiesta pide, EMOCIÓN. PAra formar el castillo, hacen falta animales duros de patas, con musculatura, casta, agresividad, poderío, clase, buena presencia y con los kg que le permitan al animal soportar esta carga, porque al sobrepasar este umbral, los kg deberán acudir a mercamadrid, más que para una plaza de toros. Entonces, dejemos ya los kg en paz, y fijemonos en la armonía, seriedad,movilidad y todas las virtudes que los animales puedan demostrar en la plaza que llevan dentro. El toro de 525 kg puede embestir perfectamente mejor que muchos de 580 590. Mejor que yo lo podría explicar el toro de Núñez del Cuvillo Jabonero lidiado por el Cid en san isidro 2009, el de Torrealta lidiado por el Juli en Sevilla este año, Los Victorinos con 510 kg lidiados en Madrid, bastonito lidiado por Cesar Rincón...
Me despido con una frase de Álvaro Núñez. " el toro debe ofrecer al aficionado la sensación de peligro, y hacer ver al propio, que no es capaz de bajar a la arena a permanecer delante de él. Por eso, habiendo un animal serio y que tome la muleta con cohones, nos olvidamos de toristas y toreristas "
REFLEXIÓN DE JULIO SAN MARTÍN MORENO
lunes, 25 de octubre de 2010
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