lunes, 28 de diciembre de 2009
2009 AÑO DE LA REINVENCIÓN: GOTITAS DE MORANTISMO...
En está época de fiestas navideñas, en nuestras mentes quedan recuerdos de los vivido y sucedido en el transcurso del año; aventuras bonitas, momentos tristes y por supuesto ratos malos...
En fin, esto es la navidad, ahora he querido reflexionar y recordar sobre lo bueno, y en mi memoria queda gravado el día que más he disfrutado en mi vida viendo toros. Era aquel 21 de mayo, días antes Morante había hecho el paseillo en las Ventas, pero los toros no ayudaron y no pudo sacar el concepto de genio y artista. Todos esperamos, como en su día lo hizo el currismo, y hoy lo hace el morantismo, era aquel día que corría un run run en los aledaños, era aquel día que tras la ausencia de José Tomás se esperaba la réplica, era aquel en el que se iba a cambiar la idea equivocada de que existe el messías del toreo, y se cambió porque un torero artista como el de la Puebla demostraba que todos los toreros tienen cosas buenas, mejores y peores que otros, y que sus seguidores le denominaríamos el mito, el genio, pero no a aquellos extremos que se ha llegado con otros matadores, sino que lo hemos llamado como un figura del toreo, un ideal, una forma de entender la vida, eso es el morantismo.
Salió el 4º toro de Juan Pedro, bonito, bajo de agujas, rematado y serio el cual salió avanto, el maestro se fue a los medios donde se le paró, y allí comenzó a volar el capote a la verónica, rematado con una media, sin duda toreo exquisito. Se lo llevó al caballo con chicuelinas al paso y remató con otra buena media, pero lo mejor estaba por llegar, Morante citó de lejos con toda la verdad, verónica tras verónica se iva templando el toro hasta llegar a la penúltima, una verónica despacita de cadera a cadera rematada con una media girando la cabeza al lado contrario. La plaza rugía, y llegaron dos chicuelinas artistas con una media a pies juntos de época. Madrid lo entendió y le obligó salir a saludar, y fue poco porque en otra época había dado la vuelta al ruedo. El animal estaba cansado y en la muleta realizó dos tandas con una ligazón bella y perfecta, girando sobre sí mismo, trayendo el toro para adentro con los riñones y lo más importante, en las dos últimas antes del de pecho, el reloj de La Monumental se paró, porque morante dibujó lo que es hacer el stop al toro. La plaza rota puesta en pie, algunas lágrimas salían de los aficionados ( no fue mi caso ), aunque si digo en público que me emocioné cuando veía a Madrid puesto en pie en mi pantalla del ordenador, cuando observaba que se juntaba TORO, TORERO Y AFICIÓN.
Aquel día el toreo renació, porque en la feria se estaban viendo pocos saludos capoteros, y Morante enseñó a la denominada primera plaza del mundo lo que es echar la pata alante, parar el reloj, torear suave, llevar con el vuelo a una mano, ligar a compás en el sitio sin moverse, enganchar alante y rematar atrás, y sobre todo, expresión, arte, belleza, chulería, verdad y todos los adjetivos que le queramos poner.
Siempre habrá detractores, pero aquella oreja supo a mucho, es más algunos aficionados votaron que la puerta grande la tenía con el toreo de capa, y si aguanta más el animal le corta el rabo. Para mí una oreja muy redonda cortó en el capote, ( Madrid pide intensidad más que longitud ), pero era lo de menos, la gente se fue a la puerta de entrada a esperar la salida del diestro, por algo fue, porque enamoró y toreó.
Para despedir quería comentar, que aquel día el toreo se reinventó, una concepción distinta, un toreo de arte que sale cuando el toro quiere embestir bruscamente y hay un matador que está dispuesto a pararlo y llevarlo, por supuesto de una manera tan improvisada y artística sin dejar en el olvido dos términos, una TREMENDA CALIDAD Y HONDURA. El morantimo supo esperar al toro bravo, porque aunque el diestro haya sacado faenas de mucho calibre a toros que no embestían de forma clara, ese hagamonos la idea que no es su verdadero concepto del toreo, por eso el que en su día fue el llamado Currismo, hoy yo lo denomino Morantismo que sin duda sus fieles seguidores saben esperar, y porque ese día fueron recompensados por la paciencia y el sentimiento del toreo hondo. No queremos decir adiós a Morante con una palabra que dejó puesta en la boca de riego de la arena venteña, se llama REINVENCIÓN.
Artículo de Julio San MArtín Moreno
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