¡Qué emoción!, eso es lo que hemos tenido que oir más de una vez en los tendidos de la plaza de toros de Madrid. Como bien dice la frase exclamativa, y en todo su sentido irónico, nos viene a explicar que lo que hay en la plaza es de todo menos el llamado verdadero toro. Lo llamo así, porque lo que nos protesta este aficionado es que está cansado que se sucedan y se pasen injusticias, manteniendo toros inválidos en la arena, que al animal para que no se caiga tenga que estar el matador llevando la muleta ya no a media altura, sino por alto, sumándole además la falta de casta por la que más de una vez se ha observado en las distintas plazas de España.
Estos aficionados que han protestado, y con mucha razón, son los que han exigido que en la arena se presencie lo que de verdad es el protagonista, y encima muchos compañeros de tendido les han acusado de pesados ( que también es cierto que a veces lo son ), y de palabras mayores. Comparemos la fiesta con el cine, si en la película el protagonista no actúa bien, con ganas e ímpetu, ya pueden los demás actores hacer el teatro que quieran, que en la película los aficionados están más aburridos y perdidos que un burro en un garaje, sencillamente porque el protagonista no transmite. Perdonenme por el lenguaje coloquial utilizado, pero es así. En nuestra fiesta lo mismo sucede, el toro con casta, raza, fuerza que nos lo quiere transmitir al tendido con esa expresión e impetú, es el que levanta el run run en el tendido. Si a este toro, le unimos a un torero que es capaz de hacerle las cosas bien, despacio, dominando y poquito a poco llevar al toro donde el quiere, mostrándonos con el cuerpo que torea como si fuera el carretón, pues la plaza se vuelca.
Un ejemplo fue el de Enrique Ponce en Madrid con lironcito, en cuanto el maestro se quedo destapado de la muleta, y fuera de cacho dos veces, fue prendido. Después a torear, el público no quitaba ojo al toro que tenía un peligro tremendo, y el maestro para finalizar dio un trincherazo muy templado como si nada sucediese, y por supuesto la plaza en pie. ¿ Qué paso ? que había un protagonista corpulento y con dos velas tremendas, mas un torero capaz de dominarlo, por lo tanto hubía FIESTA.
Yéndonos por el lado ganadero, los buenos aficionados, como así lo nombró el reportaje TIERRA DE TOROS, saben que cada ganadería según el encaste que procedan, tiene unas características psicológicas, morfólógicas, fiísicas que son genéticas, pero algunas de estás pueden ser modificadas con el entrenamiento que llevan. El toro entrenado, musculado y con fuerza ( digo la fuerza genética que posea el toro y la que consiga con el entrenamiento ) para poder acomenter y embestir, puede que psicológicamente se vea crecido, porque con sus defensas se ve capaz de alcanzar sus objetivos y con precisión, luego ya que tenga más casta o menos es otro tema. Este toro sea mejor o peor, con su correspondiente lidia es el que se tiene que mantenerse en la plaza, al que se le va a poder mandar, llevar y bajarle la mano, por lo tanto lo que se denomina, TOREAR. El toro inválido que no tiene fuerza, pues se va a ver afectado psicológicamente, y en parte va a ser por el cansancio físico que conlleva el animal, y que no le va a permitir lanzar los derrotes como él quiere, además de apagarse pronto.
Comparemoslo con los humanos, ¿cuándo somos capaces de ejecutar bien una tarea?, pues evidentemente cuando estamos enteros y tenemos fuerza en el cuerpo, en el momento que nos atosigan para hacer algo cuando estamos cansados lanzamos estímulos a lo primero que se nos viene, pero no de forma precisa.
Cambiando de tercio, pero no de corrida, en vísperas de los encierros de San Sebastian de los Reyes estamos viendo a nuestro comentarista de Telemadrid, Moncholi, nombrar todas las mañanas la palabra EMOCIÓN. Digo esto porque se vive todos los días, unos más que otros. ¿Que día se vive más?, pues lo estamos viendo, cuando la manada se parte, el encierro va a un ritmo alegre y no tontón, el ritmo que exige a los corredores ofrecer su habilidad corriendo para seguir el ritmo, o saber estar templado para dejar pasar los toros y enganchar con otra manada. Todo esto, porque el toro tiene fuerza, transmisión y ganas de tirar para alante.
Pero sin desviarnos del tema, un compañero que iva corriendo a mi lado, me decía que los dos primeros toros que ivamos corriendo, venían con una cara maja, y ahí sonó el timbre. Sonó porque había un matiz que diferenciaba de lo demás, y era la cara, las defensas del toro, la imponencia de este. Aquí es donde viene la seriedad, porque si comparamos a un toro de 600 kg con poca cara, frente a uno de 530 bien rematao por la culata, musculado y con buena cara, pues nos quedamos con el segundo porque la parte ofensiva del toro, es la que nos transmite la seriedad de la fiesta.
Voy a poner un último ejemplo de un escrito de un aficionado mexicano. Vino a Madrid a ver la confirmación de un torero de su tierra, y comentó que en los aledaños de Las Ventas antes del comienzo de la corrida, veía mucha seriedad en la gente,y dice que quedó indignado. Una vez dentro todo le cuadraba, porque no veía a la gente como en muchas plazas de su país, que se encuentran en plan más festivo. Cuando vio salir el primer toro, lo primero que dijo es que no había visto un toro tan serio en su vida,y ya a partir de ahí, empezó a comprender la seriedad que se tiene en la monumental madrileña. por no nombrarle a este aficionado Bilbao, Pamplona, Zaragoza...
Lo que quiero llegar a decir con este escrito a base de anecdotas, es que la fiesta se rige por un patrón que hace de protagonista. Este protagonista de cine tiene que ser verdadero, con ganas de agradar, queriendo transmitir al público el entrenamiento y la crianza que ha llevado en cuatro años, que le han llevado al escenario y con las cámaras de televisión en directo para verle, que en la plaza se encuentra de forma íntegra. Todo lo anterior que he expuesto, lo puedo cerrar y decirlo en una frase, NO PUEDE HABER FIESTA, SI EN LA ARENA NO ESTÁ EL VERDADERO TORO.
Desde aquí quiero dar las gracias, a todos aquellos aficionados que protestan en las respectivas plazas aquellos toros que no deben continuar la lidia en la arena, que no pasan una injusticia, por toreros que no quieren toro íntegro, por empresas que defienden sus intereses y por presidencias que están perdiendo la verdadera afición.
Relexiones y opiniones de :
JULIO SAN MARTÍN MORENO
Estos aficionados que han protestado, y con mucha razón, son los que han exigido que en la arena se presencie lo que de verdad es el protagonista, y encima muchos compañeros de tendido les han acusado de pesados ( que también es cierto que a veces lo son ), y de palabras mayores. Comparemos la fiesta con el cine, si en la película el protagonista no actúa bien, con ganas e ímpetu, ya pueden los demás actores hacer el teatro que quieran, que en la película los aficionados están más aburridos y perdidos que un burro en un garaje, sencillamente porque el protagonista no transmite. Perdonenme por el lenguaje coloquial utilizado, pero es así. En nuestra fiesta lo mismo sucede, el toro con casta, raza, fuerza que nos lo quiere transmitir al tendido con esa expresión e impetú, es el que levanta el run run en el tendido. Si a este toro, le unimos a un torero que es capaz de hacerle las cosas bien, despacio, dominando y poquito a poco llevar al toro donde el quiere, mostrándonos con el cuerpo que torea como si fuera el carretón, pues la plaza se vuelca.
Un ejemplo fue el de Enrique Ponce en Madrid con lironcito, en cuanto el maestro se quedo destapado de la muleta, y fuera de cacho dos veces, fue prendido. Después a torear, el público no quitaba ojo al toro que tenía un peligro tremendo, y el maestro para finalizar dio un trincherazo muy templado como si nada sucediese, y por supuesto la plaza en pie. ¿ Qué paso ? que había un protagonista corpulento y con dos velas tremendas, mas un torero capaz de dominarlo, por lo tanto hubía FIESTA.
Yéndonos por el lado ganadero, los buenos aficionados, como así lo nombró el reportaje TIERRA DE TOROS, saben que cada ganadería según el encaste que procedan, tiene unas características psicológicas, morfólógicas, fiísicas que son genéticas, pero algunas de estás pueden ser modificadas con el entrenamiento que llevan. El toro entrenado, musculado y con fuerza ( digo la fuerza genética que posea el toro y la que consiga con el entrenamiento ) para poder acomenter y embestir, puede que psicológicamente se vea crecido, porque con sus defensas se ve capaz de alcanzar sus objetivos y con precisión, luego ya que tenga más casta o menos es otro tema. Este toro sea mejor o peor, con su correspondiente lidia es el que se tiene que mantenerse en la plaza, al que se le va a poder mandar, llevar y bajarle la mano, por lo tanto lo que se denomina, TOREAR. El toro inválido que no tiene fuerza, pues se va a ver afectado psicológicamente, y en parte va a ser por el cansancio físico que conlleva el animal, y que no le va a permitir lanzar los derrotes como él quiere, además de apagarse pronto.
Comparemoslo con los humanos, ¿cuándo somos capaces de ejecutar bien una tarea?, pues evidentemente cuando estamos enteros y tenemos fuerza en el cuerpo, en el momento que nos atosigan para hacer algo cuando estamos cansados lanzamos estímulos a lo primero que se nos viene, pero no de forma precisa.
Cambiando de tercio, pero no de corrida, en vísperas de los encierros de San Sebastian de los Reyes estamos viendo a nuestro comentarista de Telemadrid, Moncholi, nombrar todas las mañanas la palabra EMOCIÓN. Digo esto porque se vive todos los días, unos más que otros. ¿Que día se vive más?, pues lo estamos viendo, cuando la manada se parte, el encierro va a un ritmo alegre y no tontón, el ritmo que exige a los corredores ofrecer su habilidad corriendo para seguir el ritmo, o saber estar templado para dejar pasar los toros y enganchar con otra manada. Todo esto, porque el toro tiene fuerza, transmisión y ganas de tirar para alante.
Pero sin desviarnos del tema, un compañero que iva corriendo a mi lado, me decía que los dos primeros toros que ivamos corriendo, venían con una cara maja, y ahí sonó el timbre. Sonó porque había un matiz que diferenciaba de lo demás, y era la cara, las defensas del toro, la imponencia de este. Aquí es donde viene la seriedad, porque si comparamos a un toro de 600 kg con poca cara, frente a uno de 530 bien rematao por la culata, musculado y con buena cara, pues nos quedamos con el segundo porque la parte ofensiva del toro, es la que nos transmite la seriedad de la fiesta.
Voy a poner un último ejemplo de un escrito de un aficionado mexicano. Vino a Madrid a ver la confirmación de un torero de su tierra, y comentó que en los aledaños de Las Ventas antes del comienzo de la corrida, veía mucha seriedad en la gente,y dice que quedó indignado. Una vez dentro todo le cuadraba, porque no veía a la gente como en muchas plazas de su país, que se encuentran en plan más festivo. Cuando vio salir el primer toro, lo primero que dijo es que no había visto un toro tan serio en su vida,y ya a partir de ahí, empezó a comprender la seriedad que se tiene en la monumental madrileña. por no nombrarle a este aficionado Bilbao, Pamplona, Zaragoza...
Lo que quiero llegar a decir con este escrito a base de anecdotas, es que la fiesta se rige por un patrón que hace de protagonista. Este protagonista de cine tiene que ser verdadero, con ganas de agradar, queriendo transmitir al público el entrenamiento y la crianza que ha llevado en cuatro años, que le han llevado al escenario y con las cámaras de televisión en directo para verle, que en la plaza se encuentra de forma íntegra. Todo lo anterior que he expuesto, lo puedo cerrar y decirlo en una frase, NO PUEDE HABER FIESTA, SI EN LA ARENA NO ESTÁ EL VERDADERO TORO.
Desde aquí quiero dar las gracias, a todos aquellos aficionados que protestan en las respectivas plazas aquellos toros que no deben continuar la lidia en la arena, que no pasan una injusticia, por toreros que no quieren toro íntegro, por empresas que defienden sus intereses y por presidencias que están perdiendo la verdadera afición.
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JULIO SAN MARTÍN MORENO
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